3 pensamientos en “De aquellos barros estos lodos

  1. Nadie te pone una pistola para que solicites el crédito…uno debe vivir de acuerdo con sus posibilidades y no querer lo que el vecino tiene. Particularmente jamas he cedido ante los bancos, si mi sueldo no me permite un chalet en las Jaras ni un Ferrari tengo un piso sencillo en un barrio con posibles, un coche que me sirve a mi, no yo al coche.En cuanto a las vacaciones…lo mismo de lo mismo. Oye y lo bien que duermo por las noches no debo nada.

  2. El vídeo parte de la hipótesis de que los precios de los pisos subieron por la relación de mercado entre vendedores y compradores, y que una vez que subieron los precios los bancos se dedicaron a alargar los plazos de los préstamos hipotecarios y a darlos sin las garantías suficientes, para poder hacerse con el negocio de los cobros de intereses y comisiones que ocasionaban unas compraventas a unos precios tan elevados.

    Creo que aquí hay un error de perspectiva. No se alargaron los plazos porque subiese el precio de los pisos, sino al contrario, subieron los precios de los pisos porque previamente se alargaron los plazos (además de los bajos tipos de interés y la masiva concesión de préstamos sin las debidas garantías). La relación causa-efecto es la contraria de la enunciada aquí.

    Suponiendo una estabilidad en salarios y precios del resto de bienes a consumir, las familias pueden dedicar una cantidad mensual determinada al pago de la hipoteca. Si el plazo de las hipotecas es de 15 años, resulta que podrá comprar un piso cuyo precio (menos la entrada) aplicándosele el tipo vigente, le dé una cuota mensual que se ajuste a su capacidad de pago. Es evidente que si a una persona concreta el banco le permite, como excepción, endeudarse a 30 años, esa persona se podrá comprar un piso de valor casi doble al que se compraría si se lo diesen a 15 años. Pero este principio no es extensible a la generalidad de la población, es decir, si el alargamiento de los plazos es general. En ese caso, todo el mundo tiene más dinero para competir por los mismos pisos, con lo cual automáticamente sube el precio de éstos. Quien en la situación anterior pensase comprarse un piso de, pongamos por ejemplo, 10 millones de pesetas, al alargarse los plazos hace cuentas y piensa que podrá comprarse uno de 18 ó 20 millones…pero en realidad comprueba que el que valía esa cantidad pasa rápidamente a valer 30 ó 35 milones. La razón es evidente: La demanda por esos pisos se ha incrementado enormemente, pues todos han experimentado ese incremento en la capacidad de endeudamiento. Y las consecuencias son claras: acaba pagando esa cantidad mayor por el mismo piso que muy pocos años antes hubiese comprado por la mitad del dinero.

    Es evidente que la mayoría de la población de los que ahora tienen entre 30 y 45 años se han endeudadon en grandes cantidades por tener un piso igual que el que compraron por mucho menos dinero sus padres o sus hermanos mayores. Por tanto, ha sido un endeudamiento que, en términos generales, no ha supuesto un incremento del nivel de vida, ni siquiera temporal, al contrario que lo que hubiese sido (y ha sido en otras ocasiones) una deuda para comprar cosas que nunca se habían tenido (generalización de la utilización de la automoción, nuevos electrodomésticos, etc., lo que fue en su tiempo la explosión del consumo mediante el crédito).

    Eso es, en mi opinión, lo más característico de esta burbuja. Se eleva el endeudamiento para vivir igual, y ello sólo es posible debido al incremento del dinero disponible para vivienda gracias a los alargamientos de los plazos de las hipotecas.

  3. Desde mi Urbanización:
    Compramos una casa unifamiliar por 10 millones en 1998. A los dos años ya se vendía otra por 12 millones. Al cabo de otros dos años costaban 15 o 16 millones. ¡YO QUIERO UNA CASA EN EL CAMPITO! (La urbanización). Eso decían todos. En 2005 seguían vendiendose casas, ahora por 20 o 22 millones. La gente las compraban, parecían gratis (había dinero). Incluso había gente que las compraba y no vivía en ellas (especulaban) ¡Ya la venderé luego por más dinero! Y LAS COMPRABAN.
    Si mi vecino la ha vendido por 25 millones yo la vendo por 30 que tiene hasta aire acondicinado. Y la vende.
    Y así hemos llegado al punto que una casa que vale 15 millones se vende en 50 millones. ¿Por qué? Porque se vende.
    Esto es algo que hay que sumarle a la culpa de los bancos en dar hipotecas avaladas por una tortuga con gorra. Nosotros también tenemos la culpa.

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