La abuela que reciclaba agua del mar

Precioso corto que muestra una de las maneras de reciclar agua del mar, parece ser que se trata de un método muy recurrido en la supervivencia en alta mar y en países «empobrecidos» (llamados comunmente tercermundistas). Con este sistema el agua se evapora y cae en el vaso limpia y sin sal.

En este vídeo el agua resultante la utilizan para regar las plantas, hacer un buen café, o darle de beber al canario, ¿alguien se anima a experimentarlo y nos cuenta?.

Visto en EcoInventos que a su vez lo vio en Ahorro diario.

Tenlo en cuenta


www.Tu.tv

«Children see, children do, make your influence positive».

Tengamos en cuenta la frase del párrafo anterior cuando actuemos y cuando juzguemos a los chavales y chavalas de hoy el día de mañana, y sobre todo que la tengan en cuenta también los que tienen hoy la responsabilidad de gobernar y de hacer política. Antes de salir en un medio de comunicación o de actuar, en vez de pensar en cómo hacer el mayor daño posible al rival político que piensen en cómo influir para que con su ejemplo podamos tener una ciudadanía que la nos sintamos orgullosos/as en el futuro.

No hay muros en la ciudad de los niños/as

Hemos recibido esta invitación de la que os hacemos partícipes:

Estimados amigos/as, nuevamente os invitamos a participar en otra actividad de la campaña: «No hay muros para la Conciencia», como en otras ocasiones nuestra intención es acercar estas actividades a la ciudadanía de Córdoba. En este caso los ciudadanos/as a los que se orienta la actividad son los niños/as de nuestra ciudad y sus madres, padres o acompañantes en la Ciudad de los niños/as. Para ello, hemos creado una serie de actividades lúdicas, talleres, cuentos, guiñoles, juegos, dinámicas, danzas y exposiciones con el fin de trabajar valores y actitudes en pro de la defensa de los Derechos Humanos fundamentales del pueblo palestino y saharaui. Os esperamos y deseamos que disfrutéis esta propuesta educativa, si es posible con buen tiempo.

1 de marzo, tod@s sumamos

Debido a los últimos brotes xenófobos que están ocurriendo en Europa, incluído España, se ha constituído el colectivo 1 de marzo y convocado el día sin inmigrantes, como forma de protesta por el menosprecio (y el racismo) que está sufriendo este colectivo, decidiendo no participar en la vida de la ciudad para que en esa ausencia, marquen su presencia.

Desde este blog, como no podría ser de otra forma, apoyamos esta causa y nos sumamos a sus reivindicaciones:

Nosotr@s, mujeres y hombres, de todas las creencias, de todas las ideas políticas y de todo color, inmigrantes, hij@s de inmigrantes, ciudadan@s conscientes del aporte esencial de la inmigración en nuestro país, estamos cansad@s de las declaraciones indignas de determinadas personas buscando criminalizar a l@s inmigrantes y sus descendientes.

Podría llamarme María. O Mustapha. O James. Podría ser niñ@, joven o quizá las canas hayan hecho tiempo atrás su presencia. Haber nacido en Córdoba, en Dakar o en Paris. Crecido rodead@ de rascacielos, en el calor del desierto o en un pueblo entre montañas. En la adolescencia me acomplejaron los granos en la cara, igual que a ti. Los nervios me comían cuando descubrí quien me gustaba, ¿lo recuerdas? Y también elegí un oficio, un corte de pelo y el color de mi creencia.

Un día yo, o mi madre, o mi abuelo, decidió salir de su país. ¿Motivos? : Una guerra. Un mejor empleo. Un amor. Qué sé yo. Cada uno sueña su sueño y vive su vida.

Y acá llegué: otro cielo, otro hogar y otras esperanzas. Una etapa para estrenar. Y aquí sigo. He decidido compartir este lugar contigo, con vosotr@s. Trabajar codo a codo con tus vecinos para levantar casas, pensiones y utopías. Criar aquí a mis hijos, sonreír cuando jueguen con los tuyos, ayudarte a cuidar a tus padres cuando no puedan valerse solos. Contribuir con mi esfuerzo, mis impuestos y mis ideas a que todos y todas podamos vivir mejor.

Pero las leyes y las instituciones no nos tratan de la misma forma.

Hay una Ley especial para nosotros, una Ley de Extranjería que nos discrimina. Por la simple razón de que el color de mi pasaporte no es granate. Puedo ir a prisión y ser expulsad@ del país si un policía me detiene y no tengo los papeles que me pide… ¿no tener es un delito?

Abro el periódico mientras tomo un café y descubro que en Vic, Torrejón y otros lugares, pretenden vetar el derecho a empadronarse. Escucho en el autobús “negr@, guiri, mor@, charneg@”. Me llaman “inmigrante”, pero es que ya sé que lo soy. Y no conozco a casi nadie cuya familia no se haya movido de pueblo, país o continente en las últimas generaciones.

Entonces tod@s somos inmigrantes.

¿Pero por qué a mí qué me lo repites tantas veces?

 No vengo a quitarte ningún trabajo, no vengo a aprovecharme de los servicios y ayudas que tu país ofrece, no vengo a robar tu cartera. No vengo a imponerte mis costumbres, mi religión ni mis ideas. Vengo a compartir, a aprender, a creer y a crear contigo, a trabajar tu tierra que ahora también es la mía. Al igual que la mía es la tuya.

 L@s inmigrantes y descendientes de inmigrantes nos hemos manifestado en muchas ocasiones para defender nuestros derechos, pero estos siguen amenazados.

El 1 de marzo de 2010 nos sumamos a Francia e Italia en una jornada de protestas y acciones pacificas para reivindicar el aporte de cada uno de nosotr@s a la prosperidad general.

Visto en otromundoesposible.

We Are The World For Haití

En 1985 se compuso la canción We Are the World y fue grabada por un gran grupo de músicos famosos formado especialmente para la ocasión. Los beneficios obtenidos por la canción fueron donados a una campaña humanitaria para intentar acabar con la tremenda hambruna en Etiopía.

El 1 de febrero de este año ha sido grabada una nueva versión de esta canción en la que participan más de 75 músicos, y como hace 25 años los beneficios que se obtengan se destinarán a los damnificados del desastre humanitario, en este caso Haití.

Visto en despuesdegoogle.

Día Mundial contra la Mutilación Genital Femenina

Ayer se celebró el Día Mundial contra la ablación o mutilación genital femenina que consiste en la mutilación de parte de los genitales externos femeninos para evitar que la mujer pueda sentir placer sexual, con la finalidad de que pueda llegar virgen al matrimonio, para evitar su supuesta promiscuidad y asegurar que solamente tenga hijos con el marido. Muchas mujeres mueren o quedan estériles tras la mutilación.

Esta lacra se sigue practicando en 29 países. UNICEF calcula que más de 130 millones de niñas y mujeres de entre 15 y 49 años la han sufrido. El 60% vive en África subsahariana y el 40%, en Oriente Medio y África del Norte. Cifras que están creciendo debido a la inmigración hacia Europa, Australia, Canadá y EE.UU.

Aunque muchas veces se ponen motivos religiosos como justificación la ablación femenina no aparece en El Corán, en los textos de la Sharia (ley islámica) ni en la Suna (recopilación de tradiciones del profeta Mahoma).

Os recomendamos la lectura de esta entrada de Lápices para la Paz (en la que nos hemos basado) y la visualización del trailer Africa Rising al que también hemos accedido a través del blog Lápices para la Paz:

El vídeo está subtitulado en inglés, sería un buen ejercicio usarlo con los alumnos y alumnas en clase para traducirlo.

El mal trago de robar para comer a la vuelta de la esquina

Un amigo me habla de que en el Diario Córdoba nos cuentan la historia de Manuel y Antonio, dos personas que están en el paro y que su desesperación les ha llevado a tener que robar para comer, y les pilló la policía, pero por suerte la Cruz Roja les ayudó y no acabaron en la cárcel, con gran tristeza me doy cuenta que empiezan a darse en Córdoba casos de «hurto famélico». Os copio y pego esta historia:

Manuel Moya y Antonio Jurado estuvieron ayer a punto de cometer una locura, fruto de la desesperación. Estos dos desempleados quisieron llamar la atención llevándose un carrito lleno de comida de un centro comercial, pero al final prevaleció la razón y de acabar en los calabozos de la comisaría pasaron a ser recibidos por una asistente de Cruz Roja, organización que les prestó ayuda.

Trabajadores de la construcción, Manuel y Antonio protagonizaron el año pasado una marcha a pie hasta La Zarzuela para pedirle al rey que les encontrara trabajo. «Nos dieron trabajo dos meses y medio y nos taparon la boca», comentaban a la salida del establecimiento. Pero «anoche se acostaron mis hijos sin comer y este (el carrito) es el último recurso que tenemos». A esto se suma que la hipoteca de Manuel la van a ejecutar en unos días –«voy a perder la casa, que es un esfuerzo de toda la vida»–; que ya no reciben ayuda social; que «llevamos un año esperando contestación de la Junta y que la alcaldesa no quiso recibirnos»; empiezan a contar y no acaban.

Así las cosas, a mediodía cargaron un carrito con productos de alimentación y llegaron a la salida, donde les interceptó un vigilante, quien al darle a conocer sus intenciones avisó a la Policía Nacional. Los agentes que acudieron al supermercado hicieron una impecable labor de asesoramiento y consiguieron, después de un buen número de llamadas a entidades de ayuda, que les recibiera por la tarde una asistenta de Cruz Roja. De momento, han recibido un lote de alimentos y el jueves se sentarán a estudiar «las deudas y todo eso, que está muy bien. Pero nosotros lo que queremos es trabajar».

Antes, los policías les comentaron las consecuencias que les supondría si el carrito traspasara las puertas del súper. A lo largo de la conversación con los agentes, los desempleados mostraron documentos de diversos organismos oficiales «diciéndonos que ya nos llamarán, pero nada; después de todo esto –dice señalando un papel de la delegación de Empleo de la Junta fechado en febrero de hace un año– estamos igual o peor».

La crisis ha estado a punto de convertir a dos padres de familia sin trabajo en ladrones y pasar la vergüenza de tener que robar. El hurto famélico, también llamado necesario y que había desaparecido hace años, tiene ya sentencias que condenan a los autores en grado de tentativa. Estos dos hombres estuvieron a punto de entrar en la estadística de Córdoba.

Los pecados de Haití

La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó.

Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos.

Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:

-Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica

A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:

-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede. Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por kilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado… de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene «una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización». Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: «Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses».

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava.. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: «El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro».

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: «Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas».

Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro «puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras».

La humillación imperdonable

En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca.

Haití fue el primer país libre de las Américas.

Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad

Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene.

Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.

Tomado de: Brecha 556, Montevideo, 26 de julio de 1996.

Autor: Eduardo Galeano

I have a dream – Yo tengo un sueño (Martin Luther King)

Cada tercer lunes del mes de enero se conmemora el Día de Martin Luther King (1929-1968), intentado hacerlo coincidir con su nacimiento (15 de enero). Éste sí que fue un merecido galardonado con el Nóbel de la Paz (1964) por su lucha por los derechos civiles.

En homenaje a su figura os dejamos su discurso I Have A Dream pronunciado el 28 de agosto de 1963 frente al Monumento a Lincoln, como colofón a la famosa Marcha sobre Washington.

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: «Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad». Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: «¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!»

Visto en Soluciones Creativas Para el Desarrollo.