Contra las sentencias a pena de muerte en Irak

Desde este blog CONDENAMOS ROTUNDAMENTE las sentencias a pena de muerte recientes en Irak, y las que haya habido, haya o pueda haber en un futuro en cualquier otro lugar, aunque sea de asesinos tan sanguinarios y repudiables como Sadam Husein para los que queremos que caiga el inexorable peso de la justicia.

Una ejecución no puede utilizarse para condenar el homicidio. Un acto así cometido por el Estado es fiel reflejo de la disposición del delincuente a usar la violencia física contra su víctima. Ninguna persona puede decidir de una forma justa, coherente e infalible quién debe vivir y quién morir

Amnistía Internacional ha lanzado una campaña internacional en contra de la ejecución de tres colaboradores de Sadam Husein prevista para hoy (enlace a la noticia). También la ONU ha hecho un llamamiento a las autoridades iraquíes para que pongan fin a estos ahorcamientos.

Además desde la misma ONU se habla de irregularidades y dudas sobre la imparcialidad del juicio a Sadam Husein que son aplicables también en este caso.

Queremos quedarnos con estas frases de Amnistía Internacional extraídas de su campaña contra la pena de muerte en el mundo:

  • La pena capital es la negación más extrema de los derechos humanos. Consiste en el homicidio premeditado a sangre fría de un ser humano a manos del Estado y en nombre de la justicia. Viola el derecho a la vida que proclama la Declaración Universal de Derechos Humanos. Es el castigo más cruel, inhumano y degradante.
  • Una característica fundamental de los derechos humanos es que son inalienables, es decir, que pertenecen a todas las personas, independientemente de cuál sea su condición, etnia, religión u origen. Nadie puede verse privado de ellos, no importa los delitos que haya cometido. Se aplican tanto al peor como al mejor de los seres humanos, y por eso están ahí, para protegernos a todos y salvarnos de nosotros mismos.
  • La Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1948 en respuesta al asombroso grado de brutalidad y terror estatal de la Segunda Guerra Mundial, reconoce el derecho del individuo a la vida y afirma categóricamente: «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes». En opinión de Amnistía Internacional (y en la nuestra), la pena de muerte viola estos derechos.
  • La pena de muerte no es un acto de defensa propia contra una amenaza inmediata a la vida, sino el homicidio premeditado de un preso al que podría tratarse de forma adecuada utilizando métodos menos duros.
  • A diferencia del encarcelamiento, la pena de muerte entraña el peligro de cometer errores judiciales que nunca pueden ser corregidos. Siempre existirá el riesgo de ejecutar a un preso que era inocente. La pena capital no impedirá que vuelva a cometer un delito que nunca cometió.

Rafael del Castillo.

«Muchos soldados israelíes confiesan que se sienten como nazis»

Este es el titular de una noticia de la sección de Solidaridad de el diario El Mundo. En este artículo aparecen fragmentos de una entrevista en relación al conflicto israelí-palestino a Tristán Troudart, psiquiatra, director del Departamento de Rehabilitación del Hospital Psiquiátrico Kfar Shaul de Jerusalén. No tiene desperdicio.

Para saber más de los orígenes y causas de este conflicto puedes consultar el documento PALESTINA de Isaías Barreñada.

Rafael del Castillo

La infancia robada

Niños soldado

Las primeras víctimas de los numerosos conflictos armados que se extienden a lo largo y ancho del planeta son los niños y las niñas: son heridos, sufren la pérdida de familiares, la destrucción de sus casas, son más vulnerables a enfermedades, se ven privados de su derecho a la educación e incluso, en muchas ocasiones, son utilizados como soldados. Se calcula que hay unos 300.000 en todo el mundo: son baratos, son obedientes, hacen de espías, de mensajeros, cocineros, porteadores, se les droga con todo tipo de sustancias para luchar con ferocidad en prímera línea, son también sirvientes o esclavos sexuales… incluso son obligados a cometer atrocidades y abusos contra su propia familia o contra su comunidad.

Africa y Asia son los continentes donde la situación de estos niños y niñas soldados es más crítica, pero también se abusa de ellos en otros países de América, Europa y Oriente Medio. La mayoría son reclutados a la fuerza, secuestrados en la calle, en el colegio o en campos de refugiados; otros se alistan como consecuencia de la guerra o la marginación.

Uno de los problemas más importantes que tal situación provoca es su difícil rehabilitación e integración social cuando abandonan el ejército: insensibilizados, profundamente traumatizados; en el caso de las niñas, además de la brutalidad y traumas derivados de las violaciones en sí, pueden sufrir lesiones físicas graves, embarazos forzados, contagio del sida y otras enfermedades de transmisión sexual.

Una cuestión clave para entender un poco del transfondo de la situación de estos niños y niñas está directamente relacionado con el negocio y el tráfico de armas ligeras. La facilidad para conseguir este tipo de armamento y su sencillo manejo (¡hasta un niño podría usarla! -y, quizás, especialmente indicadas para ellos…) hace que se conviertan sin mucha dificultad en eficientes combatientes.

Un ejemplo: el Kalashnikov, conocido como â??la máquina favorita para matarâ?, dispara 600 balas por minuto y de él se dice que será el arma más usada en los conflictos de los próximos veinte años debido a lo dificil que resulta controlar su producción y venta -con la llegada de la globalización, sus distintas piezas son fabricadas en, al menos, catorce países, entre ellos Alemania, China, Corea del Norte, Egipto, Irak, Polonia y Rusia. Y entre los países exportadores están Rusia, EE.UU., Italia, Alemania, Brasil y China.

El 26 de octubre de 2006 la mayoría de los gobiernos del planeta representados en Naciones Unidas dieron su aprobación al â??Tratado global sobre el comercio de armasâ?, con la declarada intención de poner así los cimientos de un edificio legal que impida las transferencias internacionales de armas, esas que alimentan los conflictos, extienden la pobreza y ocasionan graves violaciones de los derechos humanos. En la votación, 139 países votaron a favor; sólo Estados Unidos lo hizo en contra.

Está claro que este Tratado supone un resquicio de esperanza para dar salida a la dramática situación en que viven los niños y niñas soldado; pero sólo es un paso -aunque muy importante-, ya que las otras miserias que asolan sus vidas son el hambre, las enfermedades, la alta tasa de mortalidad, la falta de escolarización, los trabajos que tienen que realizar para ayudar a sus familias… Esos son los hilos que tejen sus vidas cotidianas, vidas a las que se les ha arrancado de un zarpazo el derecho -un derecho que debería ser sagrado- a disfrutar de un periodo vital y formativo indispensable en la trayectoria de todo ser humano: la infancia.

María Sanjuán

[versión francesa] por Margarita Chamorro