Ya no quiso llorar más,
descalzó sus pies,
se arrancó las lágrimas.
A golpes rompió las sombras.
Desnuda se la lleva el río,
desnuda como una llama
que alumbra cuando pasa
las ventanas de otras casas.
Desnuda salió a la calle,
respiró fuerte y libre,
otra vida esperando.
A golpes rompió las sombras.
La puerta dejó clavada,
las ventanas huecas
ya no la llaman.
A golpes rompió las sombras.
Un arroyo de sangre
la sigue desde su casa,
una risa que se hiela
cuando su llanto la llama.
La fuente del rojo río
de su pecho se derrama,
las manos que allí se lavan
esas manos la mataban.
Se ha mojado sus pies limpios
y se ha lavado la cara,
en la sangre ennegrecida
a la sombra de la casa.
Desnuda se la lleva el río,
desnuda como una llama
que alumbra cuando pasa
las ventanas de otras casas.
Autor: Jesús García Pedrajas