Llanto por la violencia machista (llamada «de género»)

Ya no quiso llorar más,
descalzó sus pies,
se arrancó las lágrimas.
A golpes rompió las sombras.

Desnuda se la lleva el río,
desnuda como una llama
que alumbra cuando pasa
las ventanas de otras casas.

Desnuda salió a la calle,
respiró fuerte y libre,
otra vida esperando.
A golpes rompió las sombras.

La puerta dejó clavada,
las ventanas huecas
ya no la llaman.
A golpes rompió las sombras.

Un arroyo de sangre
la sigue desde su casa,
una risa que se hiela
cuando su llanto la llama.

La fuente del rojo río
de su pecho se derrama,
las manos que allí se lavan
esas manos la mataban.

Se ha mojado sus pies limpios
y se ha lavado la cara,
en la sangre ennegrecida
a la sombra de la casa.

Desnuda se la lleva el río,
desnuda como una llama
que alumbra cuando pasa
las ventanas de otras casas.

Autor: Jesús García Pedrajas

Memoria

Nada de desenterrar los muertos,
nada de abrir las cunetas.

Debe respetarse la sagrada
la paz de los cementerios.

No debe llamarse a la puertas
de los cuarteles ni de los juzgados,
es delito preguntar
y sólo un sueño
esperar recibir respuestas.

Los señores están tranquilos en sus salones
y no permiten
que sus esclavos
les levanten la voz.

Las preguntas las hicieron ellos,
son ellos los que derribaban las puertas,
golpeaban los rostros
y quemaban las esperanzas.

La petición de cuentas
yace enterrada,
es un podrido cadáver
que nunca debe ser removido.

Los enterradores
duermen tranquilos,
el obligado olvido
cubre los cuerpos.

Por Jesús García Pedrajas

Federico García Lorca, un escritor solidario

Después de leer este artículo de mi amigo Matías donde tilda a  García Lorca como «escritor solidario» he creído interesante crear en este blog un espacio dedicado a las lecturas solidarias, y para comenzar haremos eco de lo que Matías ha escrito en el Rinconete sobre la genial obra de García Lorca, El Romancero Gitano:

A García Lorca, después de la publicación de «Romancero gitano», que obtuvo un éxito inmediato de público y de crítica, se le empezó a relacionar con el gitanismo; pero él se defendía diciendo que los gitanos eran un tema y nada más. El poeta granadino, en efecto, los convierte en protagonistas de sus romances, porque entiende que son los mejores intérpretes del arte flamenco y representan lo más puro y auténtico de Andalucía.

Los gitanos, en este sentido, están unidos a una cultura primitiva y natural, con un código de conducta y unas leyes diferentes a las del mundo occidental. Esto los convierte en marginados, del mismo modo que lo son los negros de «Poeta en Nueva York», o las mujeres de «La casa de Bernarda Alba». Con todos ellos se siente solidario García Lorca, porque siempre estuvo al lado de la gente sencilla que trabaja, la que asistía entusiasmada a las representaciones de «La Barraca», grupo con el que recorrió los pueblos de España, representando lo mejor de nuestro teatro clásico.

Lorca fue un defensor apasionado del teatro de acción social, que según él es uno de los más útiles instrumentos para la edificación de un país. Creyó en su fuerza transformadora, en su capacidad para cambiar la sensibilidad del pueblo, si es un teatro que recoge el latido social y el drama de sus gentes.

No sé qué opináis sobre esta concepción del teatro que tiene Lorca, un teatro que hace pensar al espectador, que le hace cuestionarse las cosas; también sobre sus consideraciones acerca del pueblo gitano y, fundamentalmente, sobre su solidaridad con los seres marginados.

¡Gracias Matías!