En planta a las siete y media de la mañana, recluidos hasta las tres de la tarde, y apremiados por una incertidumbre vaga, afísica; irreal. Así es como se sienten muchos jóvenes hoy en día, indeterminados ante un futuro que cada vez se vuelve más dudoso.
¿Qué quieres ser de mayor? Solía ser la pregunta clave de las conversaciones con los adolescentes, hace no muchos años. A los clásicos médico, abogado, científico, bombero, policía… de antaño, que ya están prácticamente extintos; hay que sumar ahora el gran protagonista de estos tiempos: ‘no lo sé’. Muchos podrían afirmar que se trata de una duda natural, ante la aparente infinitud de posibilidades que se abren ante el joven. Otros, más derrotistas, afirmarían que es la propia juventud la que se corrompe sin freno, producto de unas vidas demasiado fáciles y de una carencia total y absoluta de disciplina.
Bueno, quizá sea cierto. Los chavales de hoy en día no están bajo el yugo de la figura paterna omnipotente, de la mano dura de una madre poco indulgente, o simplemente amordazados en las cuentas del rosario de un religioso. Pero, ¿es todo culpa suya? No debemos olvidar que estos niños no son sino el fruto de esta generación que tanto echamos en falta; la generación del respeto y la autoridad. Parece que algo no fue demasiado bien por el camino.
Volviendo al tema que nos atañe-los jóvenes de hoy, no los de un ayer ya lejano-, quizá deberíamos de ver qué estamos haciendo con nuestra juventud, con sus esperanzas y sus sueños. Y quizá deberíamos de preguntarnos que qué va a ser de ellos en un mañana incierto.
La subida de las tasas universitarias, la no-universalidad de la Seguridad Social, la dificultad para encontrar empleo, o la criminalización preventiva que sufre todo adolescente hoy en día, hacen que uno (o una) se replantee muchas cosas. Pero, lejos de empezar a despotricar contra las medidas de un gobierno que quizá no sabe, o quizá no quiere; o más bien que quizá sea un poco de las dos, creo que deberíamos de empezar a plantearnos qué es lo que tendríamos que hacer “los de a pie” para lograr romper con esa miasma de pesadumbre.
¿Y qué se puede hacer? Reconocimiento. Apoyo. Motivación. Hay miles de palabras más que encajan en este artículo, pero esas tres son fundamentales. Apoyo para superar el presente, reconocimiento para apreciar el pasado, y motivación para forjar el futuro. Tal y como dijo un señor llamado Albert Einstein “Toda persona es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para escalar un árbol, creerá toda su vida que es un estúpido”.
Quizá nuestros jóvenes puedan encontrar mañana las soluciones a los problemas que se nos antojan hoy irresolubles. Pero ese quizá nunca será nada si nos dedicamos a minar un camino que ya es duro de por sí.
Enrique Delgado, alumno de 2º de Bachillerato del IES Gran Capitán.