Esta es la cuestión que se plantean l@s compañer@s de otromundoesposible. Parece muy claro con los indicadores económicos que se manejan que somos más ricos que hace 10 años, incluso hay quien quiere que formemos parte del selecto club del G7 ó del G8 (parece que socialmente viste mucho).
Sin embargo, el hecho de que tengamos más que antes no parece que implique que estemos dispuestos a mantener la misma cuota solidaria, sino más bien al contrario según algunos indicadores, como se señala en el artículo anterior:
- Desde hace tiempo nuestros gobernantes se empeñan en bajarnos los impuestos, una medida insolidaria desde mi punto de vista, favorece al que más tiene y empobrece al que menos tiene. En este artículo tienes más información.
- Seguimos sin cumplir con nuestros compromisos como país para con los menos tienen, como el caso del 0.7% o los objetivos del milenio.
Muchas veces me planteo si siguiendo la misma línea argumental por la que se pone límite superior a los impuestos de los más ricos, no habría que poner también un límite inferior a la extrema pobreza aunque eso implicara poner un límite superior a la extrema riqueza.
Pero no es posible considerar el desarrollo económico conseguido (que ha beneficiado a toda la población y a unos cuantos millones de extranjeros) como algo caído del cielo y después vincular la bajada de impuestos a la insolidaridad de una sociedad rica y desarrollada: La relación causa-efecto puede muy bien ser la contraria: Se ha crecido porque se bajaron los impuestos, lo que inyecta un dinamismo a la economía que permite crear más puestos de trabajo, más recaudación con tipos más bajos, quitar presión fiscal a los segmentos menos favorecidos, etc. Evidentemente, tal reducción empieza por incrementar el mínimo a partir del cual se contribuye, con lo cual salen ganando los de ingresos más modestos. Eso de la función redistributiva de la política fiscal es muy anticuado; salvados los servicios básicos (Educación y Sanidad, sobre todo), las altas tasas impositivas son como un corsé que ahogan el desarrollo económico-social. ¿Qué es mejor, tener menos paro con subsidios por desempleo más bajos, o tener más paro con subsidios nominalmente más altos? Creo que lo primero. Y esto no sólo es valido para los países más desarrollados, sino más aún en los que están en vías de desarrollo. Por ello, aun siendo importante la AOD como ayuda temporal, la verdadera ayuda sería incrementar la inversión extranjera, deslocalizar puestos de trabajo hacia esos países, liberalizar los flujos de dinero, etc. Además de ello, no olvidemos que España ha incrementado su ayuda exterior a unos 3 mil millones de euros anuales. Se puede decir que en los últimos 20 años hemos recibido unos 100 mil millones de la UE, con lo cual netamente incluso salimos ganando. Ahí sí es verdad que se refleja una insolidaridad por parte de quienes se quejan de que «una parte de sus impuestos se dedique a ayudar a pobres de otros países», según se escucha a veces, como si éstos viviesen de ellos, olvidando que alemanes y franceses, por ejemplo, también se han gastado mucho de forma sistemática en apoyar el desarrollo español. Pero, por otro lado, es buen ejemplo de cómo debe ser la ayuda para que beneficie a un país: Tener vocación de temporalidad y progresiva reducción, y cumplir unos mínimos requisitos políticos y económicos por parte del país receptor. Así, cuando el FMI impone «unos deberes a hacer» en materia económica antes de dar nuevos créditos a tal o cual país, está cumpliendo con su obligación de velar porque éstos beneficien a la población del mismo, y no imponiendo un chantaje político-económico, como se oye en otros sectores ideológicos.
Gabriel, dar menos CUANDO MÁS SE TIENE, lo llames como lo llames, sea o no práctico para hinchar los indicadores macroeconómicos, es INSOLIDARIDAD y aumenta la brecha social. No me parece anticuado y hay muchos economistas que defienden que no se bajen los impuestos en la situación actual, sino que el excedente que se podría bajar se invierta en sanidad, educación, etc… ¿o acaso no necesitan más inversión estos campos?.
Es más, otras bajadas de impuestos anteriores no han sido tales, como se demuestra el algún enlace del artículo, y han supuesto aumentar los impuestos indirectos, y ¿qué ha pasado al final?, el más rico aún más rico y el más pobre sigue igual o más pobre.
Yo no soy economista, y a lo mejor meto la pata «técnicamente», pero El País hace tres semanas nos mostraba como en medio de esta bonanza económica de estos últimos 10 años el sueldo medio ha bajado un 4%:
http://www.elpais.com/articulo/economia/Gobierno/PP/enfrentan/evolucion/salarios/elpepueco/20070627elpepieco_1/Tes
A pesar de los indicadores macroeconómicos tan buenos tenemos menos que hace 10 años y los servicios igual de pésimos.
Artículo 31.1 de la Constitución Española: «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.»
Creo que la intervención de Juan Antonio contiene unas cuantas contradicciones derivadas del hecho de querer aplicar unos principios vaporosos y caducos a una realidad que no se somete a los mismos: 1) Primero recalca en mayúsculas que tenemos más, y acaba el artículo diciendo que tenemos menos. ¿En qué quedamos, tenemos más o menos que hace 10 años? Y si lo primero lo consideramos un mero dato macroeconómico, como un invento de los economistas sin correspondencia con la realidad, entonces ¿a qué viene el reproche de insolidarios por dar menos? 2) Ese dato de la reducción del salario medio no pretendo combatirlo con elucubraciones de economista, sino exhortando a Juan Antonio y a quien esto lea a que analice su propia situación y la de cualquier conocido, sea cual sea su profesión, y se pregunte sinceramente si tienen más o menos que hace 10 años: ¿Tienen peor vivienda, coche, electrodomésticos o viajes que hace 10 años? La mencionada reducción no es porque se gane menos, sino porque los que antes ganaban una cantidad ahora ganan más, pero se han incorporado otros que ganan algo menos que los primeros, y la media baja. Si viviésemos en un país donde los jóvenes tardasen más en incorporarse al mercado de trabajo, el salario medio sería mayor, pero no implicaría, obviamente, una mejor situación. Lo mismo con el mayor porcentaje de incorporación al trabajo de la mujer y, sobre todo, de la llegada de inmigrantes. Respecto a esto último, subrayo que no estoy diciendo que su llegada baje el salario de los españoles, sino que su propio salario, al computar dentro de los salarios del país, hace bajar la media; y aunque fuese verdad lo primero, ¿qué es una bajada del 4% en una sociedad opulenta al lado del bien que han recibido los millones que han encontrado trabajo aquí? 3) Naturalmente, al hablar de los impuestos doy por sentado que todos estamos de acuerdo en los principios básicos de justicia en ellos (progresividad, toda disminución debe empezar por subir el mínimo a partir del cual se declara, cobertura suficiente de los servicios públicos, etc.). Y sigo diciendo que la bajada de impuestos, cumpliendo lo anterior, es la causa de ese incremento de la riqueza general que a todos beneficia.
Gabriel, no soy Juan Antonio. Te aclaro algunas cosas:
– Desde el punto de vista macroeconómico tenemos más, posiblemente porque los ricos son más ricos y la suma de lo que todos tenemos es mayor. Pero, si es cierto que cobramos menos que hace cinco años, los «curritos» tenemos menos. Sin embargo se pretende que los que más tienen reduzan sus impuestos bastante más que los que menos tienen (en valores porcentuales y absolutos).
– Me alegro que estés de acuerdo en los principios básicos de justicia en los impuestos (progresividad, toda disminución debe empezar por subir el mínimo a partir del cual se declara, cobertura suficiente de los servicios públicos, etc.). No es lo que parece después de tus intervenciones.
– Manifestar y calificar que el artículo se basa en unos principios vaporosos y caducos a una realidad que no se somete a los mismos y dar la justificación que has dado me parece poco acertado, cuando menos.
«Los ricos son más ricos y los curritos tenemos menos». Si eso fuese así, la mayoría cobraría menos, y no tendría sentido hablar de «insolidaridad» de la sociedad española; como cualquier adjetivo sociológico, sólo tiene sentido aplicado al grueso de la población, y si fuese realidad lo descrito por Rafa entonces la mayoría de la población española sería víctima, y no ejecutora, de la insolidaridad. Una sociedad es insolidaria cuando la mayoría de sus miembros no atiende o discrimina a algún sector minoritario de sí misma o cuando rechaza a los miembros de otras sociedades (y en este sentido suele emplearse la palabra). El asunto no es baladí, sino que refleja las contradicciones inherentes a sectores ideologizados, que necesitan por un lado utilizar las viejas consignas («rentas laborales frente a rentas del capital») y por otro lado comprueban que el objetivo de esta dicotomía, que era aumentar la capacidad adquisitiva de las primeras para que tuviesen buenas condiciones de vida, no sólo se ha logrado, sino que ha sido ampliamente superado (lo que se conoce como «consumismo»). ¿O es que se está produciendo en España la famosa «depauperización de las clases trabajadoras» de manual? Así pues, doy por sentado que la gran mayoría de la población española «vive bien», y centro mi análisis de la solidaridad en qué política beneficia a los sectores más desfavorecidos y, finalmente, hacia otros pueblos menos afortunados. Y aquí es donde defiendo como finalidad que es mejor tener más puestos de trabajo aunque el salario medio sea ligeramente inferior a lo contrario. Si alguien piensa que esto es derechista (en el sentido de insolidario) le recordaré las propuestas con las que hace casi 20 años se dio a conocer Oscar Lafontaine, actual líder de la extrema izquierda alemana, o el programa, programa, programa electoral de IU en España en 1993. En ambos casos estaban errados en el medio para lograr tal fin (una especie de reparto de trabajo por ley) pero la finalidad era la adecuada (y recuerdo que en ambos casos aceptaban la disminución de salarios). La fórmula correcta para alcanzar ese objetivo es la reducción de impuestos y una cierta flexibilización de los contratos (para incrementar la inversión) con la diferencia positiva de que el segundo punto prácticamente no se cumple, y menos aún para los que ya estaban trabajando, con lo cual todos salen ganando. Así los inmigrantes (cuya llegada masiva empezó precisamente hace 10 años) mandan 6 mil millones de euros a sus países, como parte de los 250 mil millones que mandan en el mundo (el triple de toda la AOD mundial). Eso es solidaridad auténtica y efectiva. Y aquí quizás Rafa, Juan Antonio y otros se pregunten: ¿Qué tiene esto que ver con lo que yo defiendo, que es una subida de impuestos, o su no bajada? Pero eso es porque se colocan al final de la película, con unos resultados económicos ya fijados, con lo cual (bajo la visión del «juego de suma cero», es decir, que el total permanece estable) piensan que así se distribuye más. Pero es que con tipos altos no se hubiera llegado a ese resultado global. Por cierto, repito lo de que todo el mundo está de acuerdo con los principios básicos de justicia de la política fiscal, lo que discutimos es el tamaño de los tipos.
«Se define solidaridad como adhesión voluntaria a una causa de otros. Etimológicamente proviene del latín solidus, que significa sólido, soldado, unido.» (wikipedia).
Si cuando más tienes menos das, existiendo causas y personas que lo necesitan, lo puedes calificar como quieras, pero desde luego no como «más solidario». Eso es lo que pasa cuando bajas los impuestos, los que más tienen dan menos, otra cosa sería si los que más tienen continúan dando igual y se sube la línea a partir de la cual hay que pagar impuestos, tendríamos entonces que el Estado recauda lo mismo que si los baja y el segmento menos desfavorecido paga menos, eso sí es solidaridad.
No está demostrado que aumenten los puestos de trabajo por bajar los impuestos a partir de cierto nivel.
A pesar del comienzo del comentario 5, es ahora cuando me doy cuenta de que el comentario 2 lo has hecho tú y no Juan Antonio. Que despiste.