Un pensamiento en “Las Rebajas de Impuestos según MEL”
Muy gracioso. Lástima que no explique el porqué de cada paso. El deterioro de los servicios públicos sólo es considerado así cuando no existe proporción entre el dinero dedicado a ellos (es decir, lo que le cuestan al ciudadano) con el rendimiento que dan. Por tanto, sólo se defenderá la privatización si la misma va a conducir a mejores servicios en relación con el precio pagado. Es obvio que en numerosos servicios la mastodóntica empresa pública provoca un anquilosamiento que no redunda precisamente en un mejor servicio al ciudadano. Si este va a pagar menos impuestos y le va a resultar más económico pagar ese mismo servicio a una empresa privada (a la cual la existencia de la competencia le obliga a ser eficaz) pues bienvenida sea la privatización. Y no vale decir que entonces lo podrá pagar el que más gana y el pobre no: de ser eso cierto, los productos básicos (como el pan) deberían ser monopolio del Estado, y evidentemente no es así (y en aquellos países donde se ha realizado la estatificación de la producción y la distribución de tales productos básicos la gente acaba por no tener pan). Dejad que el mercado busque a sus consumidores, que por fuerza se tendrá que adaptar a la capacidad adquisitiva de éstos. Existen, no obstante, cosas que deben ser aseguradas por el Estado (como la Sanidad, Educación, etc.) que por sus propias características requieren un gran esfuerzo inversor y podrían dejar a alguien fuera si se orientasen sólo por el mercado; pero aun así, una vez garantizado el pago al ciudadano por el Estado, su gestión es mejor en muchos casos que sea privada para mayor eficiencia de los mismos. En cualquier caso, en lo relativo a los impuestos, no convirtáis un medio en un fin en sí mismo: La finalidad es una mayor capacidad de consumo de elementos esenciales, y si ello se cubre mejor en la empresa privada pues muy bien.
Muy gracioso. Lástima que no explique el porqué de cada paso. El deterioro de los servicios públicos sólo es considerado así cuando no existe proporción entre el dinero dedicado a ellos (es decir, lo que le cuestan al ciudadano) con el rendimiento que dan. Por tanto, sólo se defenderá la privatización si la misma va a conducir a mejores servicios en relación con el precio pagado. Es obvio que en numerosos servicios la mastodóntica empresa pública provoca un anquilosamiento que no redunda precisamente en un mejor servicio al ciudadano. Si este va a pagar menos impuestos y le va a resultar más económico pagar ese mismo servicio a una empresa privada (a la cual la existencia de la competencia le obliga a ser eficaz) pues bienvenida sea la privatización. Y no vale decir que entonces lo podrá pagar el que más gana y el pobre no: de ser eso cierto, los productos básicos (como el pan) deberían ser monopolio del Estado, y evidentemente no es así (y en aquellos países donde se ha realizado la estatificación de la producción y la distribución de tales productos básicos la gente acaba por no tener pan). Dejad que el mercado busque a sus consumidores, que por fuerza se tendrá que adaptar a la capacidad adquisitiva de éstos. Existen, no obstante, cosas que deben ser aseguradas por el Estado (como la Sanidad, Educación, etc.) que por sus propias características requieren un gran esfuerzo inversor y podrían dejar a alguien fuera si se orientasen sólo por el mercado; pero aun así, una vez garantizado el pago al ciudadano por el Estado, su gestión es mejor en muchos casos que sea privada para mayor eficiencia de los mismos. En cualquier caso, en lo relativo a los impuestos, no convirtáis un medio en un fin en sí mismo: La finalidad es una mayor capacidad de consumo de elementos esenciales, y si ello se cubre mejor en la empresa privada pues muy bien.