Ayer se quejaba el embajador israelí en España, Raphael Schultz, de que «mientras hubo en ciudades multitudinarias manifestaciones por Palestina, no las hay por Congo o Darfur», y esta vez tenemos que darle la razón (sólo) en esto.
De Darfur hemos hablado alguna vez, pero la guerra del Congo es una guerra olvidada por todos, incluso hasta por este blog, a pesar de llevar más de 10 años de conflicto, más de cinco millones de muertos, alrededor de 35.000 niños obligados a actuar como soldados, miles de mujeres violadas y centenares de miles de desplazados.
Este conflicto tiene múltiples causas:
- El caótico proceso de descolonización congoleño y el genocidio ruandés de 1994, una vergüenza para Occidente.
- El intento de control por diferentes facciones armadas de la abundante riqueza mineral: diamantes, oro, petróleo, uranio y sobre todo coltán, un metal utilizado en el sector de las nuevas tecnologías y especialmente necesario para la fabricación de teléfonos móviles, donde el 80% de las reservas mundiales se encuentran en el Congo.
- Los intereses económicos de grandes empresas multinacionales cuyos nombres y los de los países que las apoyan son totalmente conocidos: EEUU, Gran Bretaña, Bélgica… que se vienen enriqueciendo desde hace muchos años con la explotación de las enormes riquezas minerales del Congo.
- Odios étnicos históricos. En el Congo conviven alrededor de 200 etnias que se disputan las zonas territoriales.
- El tráfico de armas. Este hecho viene agravado por el reclutamiento de niños y niñas soldado por varios de los grupos armados en la zona.
- La pobreza absoluta en que malvive la población congoleña, que desde su colonización por Bélgica ha sido utilizada por las grandes potencias para que éstas logren enriquecerse a su costa y a su pesar.
- El apoyo de Ruanda a las tropas de el señor de la guerra, Nkunda (que ya ha sido detenido), con varios miles de soldados de su propio ejército.
Ante este drama humano de trágicas dimensiones la Comunidad Internacional (incluyendo a España), preocupados por salvaguardar sus intereses económicos y políticos, son cómplices de desastre humanitario e hipócritamente silencian el nombre, los motivos y las causas de esta guerra.
Aunque la ONU está manteniendo en el Congo una fuerza de paz de 17.000 cascos azules, la MONUC, el pueblo congoleño pide masivamente que se vayan: no saben ni y parece que no quieren defender a la población civil. En el mismo sentido, muchas ONGs de Europa han pedido que sea la UE la que envíe una fuerza de disuasión para detener la guerra. Pero, al final, tras muchos debates, los gobiernos europeos no las envían.
Incluso los medios de comunicación, salvo contadas excepciones, no prestan el interés, análisis y denuncia que merecen.
Si quieres saber más de este conflicto te aconsejamos el visionado de este documental emitido en RTVE: