Leyendo la versión digital del diario El Día de Córdoba me he encontrado con un artículo de opinión sobre la grave crisis humanitaria por la que está atravesando Somalia y la actitud de las personas que denunciamos el comportamiento y la apatía del mundo occidental ante esta situación que me ha indignado, lo copio y lo pego para compartirlo con vosotr@s para que hagáis vuestra propia valoración:
ESTOY asombrado por el repentino interés que Somalia ha despertado en las conciencias de un sector seudoprogre de la sociedad española. También estoy asombrado porque, en cuanto despegó el avión que trasladaba a Benedicto XVI desde Madrid a Roma, ese repentino interés desapareció. Durante los días que estuvo el Papa en Madrid se habló y se escribió mucho de Somalia. Que si el dinero que se gastaron los curas en la JMJ era mejor enviarlo a Somalia, que si no les daba vergüenza mientras los niños se morían de hambre en Somalia… De modo que algunas mentes candorosas habrán pensado que Somalia es un país de muertos de hambre por culpa del Vaticano, que no envía allí misioneros, ni les da limosnas del Domund, ni les organiza jornadas mundiales de la juventud con menús del peregrino a bajo precio.
Pues, aunque parezca mentira, el Vaticano no ha originado el caos de Somalia. La culpa del hambre la tienen una grave sequía y principalmente ellos, los somalíes, que llevan 20 años enzarzados en una guerra inacabable. El país, que no es un país propiamente dicho, está dividido en territorios controlados por clanes, además de regiones casi independientes como Somalilandia, Puntlandia y otras. Pero el mayor problema es que el sur y otras zonas de este presunto país están controladas por la milicia radical islamista de Al Shabab, grupo al que EEUU vincula con Al Qaeda, y al que podemos llamar terrorista sin riesgo de equivocarnos. En esas zonas gobiernan según la sharia islámica. Y han prohibido la música, el fútbol y los sujetadores, además de impedir vacunaciones infantiles, entre otras sutilezas.
Un reciente informe de la ONU afirmaba que Al Shabab maneja más de 70 millones de euros al año, que le llegan de Eritrea y Kenia. También afirma que es habitual el asesinato de cooperantes humanitarios, la quema de comida y material médico y la extorsión a las ONG y agencias de la ONU. Así las cosas, las tropas de apoyo de la Unión Africana intentan controlar la capital, Mogadiscio, y abrir un pasillo para que los alimentos de la cooperación internacional puedan llegar a los miles de refugiados que se mueren de hambre.
Como no corre el petróleo, a diferencia de Libia, la OTAN no se esmera para bombardear en Somalia. Aunque EEUU vigila, por si las moscas de Al Qaeda, deja la responsabilidad a la Unión Africana, que tiene allí a 9.000 soldados de Uganda y Burundi. Pero, como ustedes habrán leído, la culpa de esto de Somalia parece que la tiene el Papa, al menos la semana pasada. Ellos son así. Este Ratzinger, además de no organizar la misa de la JMJ en la catedral de Mogadiscio (destrozada por la guerra desde hace años), no habrá caído en enviar a la Guardia Suiza, a ver si lo arreglan.
He redactado un comentario al diario rebatiendo la tesis que defiende el autor, pero como los comentarios solamente admiten 500 caracteres he tenido que mandar una versión reducida de lo que había escrito, que en el momento de escribir este post no ha sido aún publicada.
Es por ello que he decidido publicar aquí la respuesta completa que había preparado, os la dejo:
Y yo estoy asombrado de la absoluta parcialidad, falta de objetividad y de datos en este artículo. El mundo occidental tiene mucha responsabilidad en esta grave crisis humanitaria, desde los países «desarrollados» se ha estado interviniendo en el país (y en el Cuerno de África en general) durante muchísimo tiempo sólo por intereses políticos y geoestratégicos sin importarnos las consecuencias de esas acciones para la población y sin hacer nada frente a dictadores que luego eran recibidos con honores de estado en la mayor parte de países.
Hay que recordar que Somalia tuvo soberanía alimentaria, a pesar de las sequías, hasta finales de los años setenta. Esta soberanía alimentaria fue arrebatada en décadas posteriores. A partir de los años ochenta, las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para que el país pagara su deuda con el Club de París, forzaron la aplicación de un conjunto de medidas de ajuste. En lo que se refiere a la agricultura, estas medidas implicaron una política de liberalización comercial y apertura de sus mercados permitiendo la entrada masiva de productos subvencionados, como el arroz y el trigo, de multinacionales agroindustriales norteamericanas y europeas, quienes empezaron a vender sus productos por debajo de su precio de coste y haciendo la competencia desleal a los productores autóctonos. Las devaluaciones periódicas de la moneda somalí generaron también el alza del precio de los insumos y el fomento de una política de monocultivos para la exportación forzó, paulatinamente, al abandono del campo.
Además, tildar de pseudoprogres y candorosas a las personas que denuncian lo poco que se hace en esta grave crisis humanitaria comparándolo con la enorme inversión realizada en la reciente visita del Papa es, cuando menos, incalificable.
Para «complementar» lo escrito por este señor recomiendo la lectura de:
- Los porqués del hambre
- Hambruna, especulación y deuda en Somalia
- 5 claves para entender la crisis humanitaria en el Cuerno de África
- Vídeo Especulación alimentaria = HAMBRE