Trabajo y Desigualdad (para pensar)

pobreza

Ejercer un oficio digno, libremente elegido, es un derecho indiscutible en un mundo que nunca ha sido tan rico. Sin embargo, durante las últimas décadas del siglo XX se produjo una degradación de las condiciones del trabajo a escala internacional, acompañada por una avalancha de desigualdades.En general, el trabajo remunerado se considera como una actividad productiva, que normalmente debería permitir que el trabajador y su familia mantengan una vida digna. A partir de este concepto se definen relaciones sociales y económicas muy diferentes en cada región del planeta, ya que las modernas relaciones salariales no abarcan aún a toda la humanidad.

La esclavitud y el trabajo forzado todavía subsisten, y no solamente en regiones rurales o aisladas. En el Cercano Oriente, 1.200.000 mujeres trabajan como empleadas domésticas sin ninguna clase de protección; en Europa Occidental, la trata de blancas y su explotación sexual aumentan cosnsiderablemente.

Por otra parte, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), mil millones de seres humanos -un tercio de la población económicamente activa de todo el mundo- están desempleados(160 millones)o subempleados (900 millones).

A este extraño despropósito productivo se suma la existencia, en los países en vías de desarrollo, de una extensa economía informal, que se caracteriza por ofrecer trabajos precarios, de escasa productividad y bajos ingresos. Allí, sin embargo, obtiene sus medios de supervivencia gran parte de la población (por ejemplo, el 5,7% de los trabajadores en los centros urbanos bolivianos).

Por último, mientras que la fortuna de los 358 individuos más ricos del mundo equivale a la suma de todos los ingresos del 45% de los habitantes más pobres del planeta (2.300 millones de individuos), alrededor de 211 millones de niños de 5 a 14 años están obligados a trabajar para contribuir al sostén de sus familias (127 millones en Asia, 48 millones en África Subsahariana).

En los países desarrollados se ha iniciado, a partir de los años 80, una reforma de los regímenes laborales. Los salarios reales tienden a estancarse, o incluso a bajar, como lo revela el crecimiento de la franja de nuevos pobres asalariados. Este proceso también atenta contra las numerosas conquistas lagradas merced a las luchas políticas y sindicales del s. XX, como la protección social, los sistemas de salud y jubilación y las garantías colectivas.

Documento extraído de El Atlas de Le Monde Diplomatique.

María San Juan (profesora de filosofía).

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