Imagino que recordaréis las imágenes de hace unos meses en las que un periodista iraquí, Montazer al Zaidi, lanzaba sus zapatos contra Bush llamándole «¡Toma tu beso de despedida, pedazo de perro!» en venganza a la opresión y ocupación de Estados Unidos en Irak. Según sus propias palabras lo que se le pasó por su cabeza en ese momento:
Sentí que la sangre de los inocentes corría debajo de mis pies cuando vi la sonrisa de Bush, que vino para despedirse de Irak en la última cena, tras dejar más de un millón de mártires, además de la destrucción económica y social del país.
El presidente de EEUU logró evitar el golpe y los miembros del equipo de seguridad redujeron al periodista rompiéndole un brazo, lo detuvieron y lo sacaron de la sala. Desde entonces está encarcelado y hoy el tribunal que le juzga ha decidido condenarle a tres años de prisión.
Desde luego desde aquí no vamos a aplaudir ni apoyar que se le tiren los zapatos a nadie, aunque sea Bush, pero en la Justicia existe lo que llama el principio de la proporcionalidad, de manera que la sanción impuesta por un acto debe estar en proporción igual al bien o al daño causado por dicha conducta, y parece bastante claro que en esta sentencia ese principio no se cumple, máxime cuando «el personaje» al que le tiraron los zapatos ha pisoteado los derechos humanos de medio mundo y es directamente responsable de la muerte y miseria de miles de irakíes, y a éste ningún tribunal le juzga.