La piel de su cara es pálida y usa gafas. Está enmarcada por una colorida, el traje típico de las mujeres saharauis. Ante las cámaras, posa con su cuerpo frágil en una actitud firme: su mano hace una uve, el signo tanto de la victoria como de la paz.
Ésta es Aminetu Haidar, una saharaui de 39 años con dos hijos cuyo currículo está marcado por una lucha constante a pesar de haber sufrido varios secuestros y amenazas del gobierno marroquí.
Haidar reside en la ciudad ocupada de El Aaiún y fue allí, en el año 1987, cuando se sumó a la trágica lista de saharauis víctimas de los abusos policiales y a la vez al grupo de saharauis que luchan pacíficamente por tener un lugar en el mundo.
Su delito: participar en manifestaciones por la autodeterminación de su pueblo.
“Con 20 años sufrí el peor de los crímenes –relata ella misma–. Me raptaron por la noche de la casa de mis padres y estuve 3 años y varios meses retenida en una mazmorra, en un lugar del que nadie tenía conocimiento”.
Del cautiverio al activismo
En aquel lugar, y durante todo ese tiempo, según denuncia Haidar, ella y 63 personas más malvivieron con los ojos vendados y alimentándose de una comida plagada de basura e insectos. Durante tres semanas, según cuenta, aguantaron constantes torturas, amenazas e interrogatorios.
Había dos personas ciegas, una de ellas de 75 años, pero a pesar de su ceguera también debían llevar los ojos vendados”, recuerda. Comenta que “el problema del Sahara Occidental es vivir bajo un bloqueo informativo”, debido al cual la comunidad internacional ha vivido durante mucho tiempo de espaldas de esta realidad.
Haidar ha participado en importantes iniciativas, como el Comité de coordinación de las víctimas de desapariciones forzadas y de detenidos del Sahara, en 1994; el Comité para la Liberación de Sidi Mohamed Daddach y todos los detenidos saharauis, en 2001; el Comité preparatorio de información sobre desaparecidos saharauis, en 2002; o el Comité por la liberación de Ali Salem Tamek y los detenidos saharauis, en 2003. En mayo de este año, Haidar participó en las manifestaciones para denunciar el aumento de la represión marroquí, que ha causado centenares de detenidos, encarcelados ilegalmente, torturados y al menos un asesinado.
El 17 de junio de 2005 fue encarcelada tras ser apaleada brutalmente por la policía cuando organizaba una manifestación en la ciudad de Smara. Como ella misma ha expresado: “Mi crimen es haber ejercido mi derecho a manifestar mi condena y mi protesta contra la represión y la arbitrariedad de las fuerzas de ocupación marroquíes contra los civiles saharauis que expresan desde hace tantos años su rechazo a la ocupación, reivindicando de manera pacífica el respeto de los derechos humanos en el Sahara Occidental, la liberación de los presos de opinión y la vuelta de los desaparecidos vivos o muertos”.
El 13 de diciembre de ese año un tribunal marroquí la condenó a siete meses de prisión y a sus trece compañeros a penas de hasta tres años de presidio, en unos procesos claramente irregulares según los observadores internacionales presentes, entre ellos Amnistía Internacional y una comisión del Consejo General de la Abogacía Española.
El reconocimiento internacional a su lucha.
Cuando ya se han cumplido tres décadas de la ocupación del Sahara Occidental y del exilio de buena parte de sus ciudadanos en la Hamada argelina, la concesión del V Premio Juan María Bandrés a Haidar en 2005, es un reconocimiento a la dignidad de su lucha.
Aminetu Haidar se expresó así, desde la cárcel, a propósito del Día Internacional Contra la Tortura: “…Es un milagro que siga con vida, porque soy una mujer agotada físicamente de tantos años de desaparición y encarcelamiento, tanta tortura y tantas vejaciones. Pero aquí estoy y seguiré luchando con todas mis fuerzas, sabiendo que estáis allí luchando por nosotros. Estoy tan segura de vosotros como lo estoy del mar que me espera a 25 kilómetros, tan segura como lo estoy de que esos niños saharauis refugiados en Argelia volverán a su tierra liberada. Estoy tan segura de vosotros como lo estoy de la mirada cariñosa de mis dos hijos, Mohamed y Hayat, a quienes añoro tanto…”.
Esta mujer de aspecto frágil, pero de resistencia de acero ante las brutales muestras de violencia de Marruecos en su persona, no desfallece.
En Noviembre de 2006 realizó un periplo por diferentes continentes, durante seis meses viajó por Suecia, España, Bélgica, Italia, Sudáfrica, EEUU, Francia, Suiza y Holanda, el objetivo servir de voz a los que no tienen voz en su tierra, que el mundo conozca la lucha del pueblo saharaui.
Una muestra de su carácter es el detalle que protagonizó a su regreso al Sáhara Occidental el 15 de noviembre, a bordo de un avión de la compañía Binter, a la ciudad ocupada del Aaiún. Una vez aterrizado el avión, los pasajeros recibieron a través de los altavoces, la orden de bajar del avión descendiendo en primer lugar los pasajeros con ciudadanía marroquí, solicitando a los pasajeros de distinta nacionalidad permanecer en sus asientos hasta nuevo aviso. La señora Aminetu Haidar, continuó sentada respondiendo a las azafatas que ella no era marroquí, por lo que debía permanecer sentada hasta que se permitiera descender a los pasajeros extranjeros.
El piloto intervino ante la negativa de Aminetu a descender del avión con el resto de los pasajeros marroquíes, y ésta le respondió que ella era ciudadana saharaui con documentos elaborados por el colonialismo marroquí. El piloto contactó con los comisarios de la policía informándoles del caso, invitando a la Sra. Aminetu Haidar a descender del avión sin utilizar ningún término ofensivo en su vocabulario.
Aminetu, sonriente pero erguida y con expresión de desafío, pasó todos los controles aeroportuarios y saludó a todos los saharauis que allí se encontraban con el insignia de la victoria.
REVISTA DE SUR A SUR –ASPA- Publicado en el número 33 Abril- Junio 2007
Visto en Agenda Roja.