El otro día vi en las noticias la agonía de la madre de Sandra Palo al no poder ver la cara de uno de los asesinos de su hija, el Rafita, que después de 4 años de internamiento ha sido puesto en libertad vigilada. Ni los responsables del centro de internamiento, ni el juez, ni ninguna autoridad tuvo la valentía ni la deferencia de decirle que por motivos de seguridad no iban a permitirle presenciar salida de uno de los partícipes en la violación y cruel asesinato de su hija. A la pobre mujer terminó dándole un ataque de ansiedad y tuvo que ser atendida durante más de una hora por los servicios médicos.
Para quien no lo recuerde Sandra Palo era una chica de 22 años, disminuida psíquica, que en 2003 fue secuestrada, brutal y repetidamente violada, atropellada aplastándola contra un muro y en su agonía, rociada con gasolina y quemada.
Me resulta extremadamente doloroso imaginar como tiene que ser la vida de los padres de Sandra, después de esa muerte tan cruel, aunque hayan pasado ya cuatro años. Es evidente que estos padres son también víctimas de estos asesinos, y aunque nada de lo que podamos hacer les hará recuperarse de esa tragedia, desde la sociedad tenemos la obligación de intentar hacerles justicia y aliviar esa pena proporcionándoles los medios para que puedan reconducir sus vidas de la manera más digna posible, ¿y qué se está haciendo al respecto?, pues tengo la sensación que, como dice Felix Pantoja, en vez de darles consuelo, solidaridad, apoyo afectivo y material, y reconocimiento de su sufrimiento se legisla a golpe de emociones, sin eficacia, sin arbitrar medidas adecuadas para la reeducación y la reinserción, y además con nuestros políticos discutiendo para ver quien es más culpable de que el Rafita no tenga mayor castigo, en vez de trabajar juntos para conseguir dar todo el apoyo posible a los padres y que estos actos tan salvajes no vuelvan a repetirse intentando prevenirlos con políticas de igualdad en educación y reparto de la riqueza, y dotando a todos los ciudadanos de iguales medidas de desarrollo.
He hecho una búsqueda entre los blogs solidarios que suelo frecuentar, para ver si desde esos espacios virtuales hay muestras solidarias hacia estas víctimas, tomando como (mal) indicador el número de líneas dedicadas al sufrimiento y a la solidaridad con estos padres, y tengo que decir que he encontrado muy pocas, aunque sí bastantes críticas contra las medidas más punitivas que se han adoptado ya en la ley del menor, lo que me plantea algunos interrogantes.
No pretendo desde este blog debatir acerca de si la ley del menor es demasiado punitiva o benévola, no me encuentro capacitado para ello, pero si reivindico desde aquí un tratamiento diferente y más justo a estas víctimas, a estas madres y padres, que tienen que seguir viviendo después de estas tragedias.